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  • Espacio Amapola

Solo vemos caras

Por Cecilia Gallegos.


En esta era virtual, más de una vez hemos podido reírnos con imágenes divertidas de personas muy arregladas de la cintura hacia arriba y en ropa interior hacia abajo.


Pues claro, en nuestras reuniones de trabajo, y también en los encuentros virtuales con amistades y familia, sólo vemos caras. Cómo si la parte de nosotros que interactuara sólo fuera nuestra expresión facial, y nuestras cuerdas vocales.


Por supuesto, todos hemos podido percibir que no es lo mismo la interacción en persona, que hacerlo virtualmente, y de algún modo, quien más quien menos, hemos estado agradecid@s de tener la posibilidad de conectarnos.


Alguna magia ocurre en esta interacción virtual, donde es posible la conexión. En mi experiencia he podido apreciar como la energía se da poderosa y bella, aún a la distancia, y la comunicación ocurre misteriosamente. Sin embargo, y al mismo tiempo, tiene un costo, que es importante de ir evaluando y midiendo. Tod@s quienes hemos ido adaptándonos al uso tecnológico lo hemos podido percibir. Me refiero al cansancio físico que produce la interacción virtual.


Esto, sin duda, responde a muchas variables, pero aquí quiero referirme a una de entre esas muchas. En esta comunicación no está participando todo el cuerpo, sólo hacemos visible una parte nuestra, y vemos solo una parte de quien tenemos al otro lado, por lo tanto, nuestro cerebro tiene que estar completando el cuadro permanentemente, ese solo hecho, implica un desgaste de energía mayor.


Adicionalmente nuestra red sensorial no puede captar las señales que quedan fuera de su alcance, con lo que se pierde comunicación valiosa.


Aunque no seamos conscientes, cuanta información captamos a través de la postura de las manos, y los pies, del tono de la piel, de la forma de sentarse, etc., a partir de allí evaluamos y decidimos cursos de acción y formas de conversación para llegar a acuerdos, para concretar, para entender, para aceptar, para zanjar conflictos, incluso para pelear. Gran parte de la comunicación es no verbal, y para eso necesitamos de la conexión visual con el otro, que en este caso, es solo parcial.


Por sólo este hecho, es natural, que sintamos más cansancio. En una conversación virtual, la información que nos provee la imagen del otro debe ser construida por nuestro cerebro con los retazos que visualizamos en la pantalla, algo que antes observábamos instantáneamente, ahora debe ser elaborado. Y si a eso sumamos, que esta elaboración, no necesariamente corresponde, entonces, no es de extrañar que comunicarnos sea más complejo.


Esta es una consideración importante para el autocuidado y para la definición de políticas respecto del teletrabajo.

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